Limónov
De Kirill Serebrinnikov
Dentro de las propuestas cinematográficas más llamativas, más delirantes y
más fascinantes encontramos la que nos expone el director ruso, Kirill
Serebrennikov(1969). Ha sido objeto de persecución enconada por parte del
gobierno de Putin. De Limónov expone cómo
las estrategias políticas del Régimen lo
han puesto al lado, entre y al margen de
los grandes disidentes que fueron desterrados de su patria, no solamente ahora
sino desde la existencia de la Unión Soviética, de la cual despotricó y amó,
padeció y recibió, de la que sólo podemos extraer los beneficios que el Estado
le dio como uno de los propagandistas fanáticos en el exterior. Entre Serebrennikov y el personaje de su obra
encontramos bastantes similitudes como para pensar que la película no tiene
algún matiz autobiográfico.
Y es que “Limonov, la balada de Eddie” es una obra cinematográfica que tiene
poco de Biopic porque, tras la adaptación fílmica de la obra novelada del
escritor francés Emanuel Carrére, el cineasta ruso nos ofrece una propuesta
vanguardista sobre las peripecias de un personaje tan singular como la película
misma. A ese hombre tan terrenal y soñador al tiempo, lo vemos desgarrado en la
pantalla; en varias escenas, lo observamos cómo se convierte en un comentarista,
en un desencantado de la sociedad de consumo que consume la ciudad de Nueva
York y es tragado por un monstruo capitalista que desprecia en grado sumo pero
que también rinde pleitesía por su gran capacidad de adaptación a los gustos y
maneras de ver la realidad que tanto dice maldecir. Por eso también el otro monstruo socialista
que representa la Unión Soviética aparece como un trasfondo nostálgico que guarda
el anhelo de transformación que nunca logró concretarse. Limónov es el monstruo
bifronte tan procaz y maleducado que se vuelve para quienes tienen la mala suerte
de encontrárselo, una carga inefable que se habrá extinguido apenas se vire la
mirada hacia arriba. Y nadie lo entiende, de ahí su rabia extrema como su vida
extrema, un cúmulo de contradicciones que son síntomas inocultables de su desarraigo.
Jarkov en Ucrania, Moscú, Nueva York, París y nuevamente su emblemática patria,
una entelequia para él y para todos, tal vez. Un recorrido necesario para
intentar conocerse, pero todos saben que el incorregible Limónov no es el alma
rusa, sino la crítica más acérrima al orden del mundo, en donde ha sembrado la
semilla de su desconcierto: nacionalsocialista, socialista, capitalista, anticapitalista,
sensualista, materialista, poeta, poeta desencantado, mayordomo rico e
indigente falsificador de sus propias preferencias sexuales, violento y tierno.
Limonov es un maremágnum de dualismos que no le permite localizar un punto seguro para aterrizar luego de su viaje
al desconocimiento de un poco de sí mismo.
Serebrennikov, ha sido víctima quizás de los desafueros del Regimen de Putin,
incluso es un delincuente para ellos que no tiene aval estatal para volver a su
tierra por una acusación, una condena y un destierro por malversación de
fondos. En cambio, en otros países enemigos de Putin, como Francia, Italia,
Bélgica ha sido aplaudido y apoyado económicamente para que continúe con su
trabajo cinematográfico que sin duda es uno de los más originales que el cine actual
puede celebrar. El director ruso, hace de Limónov una obra cinematográfica en
donde maneja magistralmente la profundidad de campo, los flashbacks. Los
planos secuencias largos, la música como protagonista de la obra, etc. Hay secuencias
que serán recordadas para siempre como la que nos muestra cada uno de los años
que constituyen la década de los años 70´s, en la cual vemos hechos y
personajes que determinaron la historia de la humanidad en ese convulsionado momento
político.
A esa suma de virtudes fílmicas, asistimos también a la explosión de un
personaje que vivió en la calle, agredió y fue degradado por amor a una hermosa mujer con la cual se casa y
quien lo desprecia al punto de provocarle al poeta marginal un intento de
suicidio para arrojarlo, por un intrincado giro del destino, a las manos
angelicales de un afro grande, “un negro grande” como lo describe Carrére en su
escrito. Entre la sangre untada en las paredes de la habitación donde su novia
es sodomizada y el cuerpo del indigente que le promete amor eterno, habita la
contradicción en extremo, como cuando Limónov responde a las preguntas que el
público le formula ante el auditorio luego de su regreso a la patria grande. Una
mujer lo recuerda como un frágil hombre con un alma sensible de poeta y no como
un sagaz burócrata adepto al Régimen comunista.
Pese a sus fracasos existenciales, Limónov logró cierta popularidad y
cierto éxito literario en su prolijidad parisina, en donde escribe más de veinte
libros, que algunos celebran y recuerdan como para homenajear al escritor en
cualquier esquina del mundo. Y Su regreso al mundo libre, luego de años
encarcelado, es un triunfo, una apoteósica llegada al estrellato por los recuerdos
que la gente tiene de él. El poeta ruso que se entregó a la adoración de los placeres,
pero destruía verbalmente a sus contradictores con palabras ácidas en su actuar
político que ha sido inspiración para muchos. En el fondo, Limónov escribió los
libros de sus vivencias llenas de contradicciones y, más allá de su calidad literaria, su existencia puede
ser catalogada como un personaje escrito por Dostoievsky que ha definido tan
bien esa imaginería que ha sido denominada como el alma rusa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario