Huella y camino, Titán
Jorge Abel Carmona Morales
El 29 de enero del año 2017 se apagó la vida de
Elkin Ramírez. Un hombre. La voz de miles de jóvenes que han visto un grado más
de intensidad en uno de los ritmos musicales más innovadores, más auténticos y
más insurgentes que haya dado la sensibilidad humana. El Rock. Elkin labró su
carrera musical solo, invocando las buenas energías de amigos que lo acompañaron
en el voraz camino de la creación artística, sin otra aspiración que la de
transpirar hermosas letras y delicadas melodías que el normal fluir de la vida incorporó
en su alma para devenir música en el irregular tránsito del espíritu por esta
tierra. ¡Qué noble corazón transido de hermosura nos legó la vida! Apostó su
tiempo y su energía por la elaboración parsimoniosa pero eficaz, de líricas
sutiles y composiciones sonoras de agudezas inmortalizadas por el genio de estos
ciento sesenta y tres centímetros de estatura. Porque la nobleza es eso. Entregarse
sin condiciones a la única condición que dictamina la conciencia, buscar la
felicidad colectiva develando las sutilezas que el universo desprende todos los
días para que sus criaturas puedan lograr unos mínimos de convivencia posible.
Se olvidó de sí. Pasó días interminables componiendo con el estómago vacío,
pero con el alma llena de bellos sentimientos que han fluido en los acordes
misteriosos de los instrumentos que dominó ¡Su voz es el pináculo del talento
que compartió sin miramientos! Elkin, eres el rumor de las hojas de los árboles
que conversan en la espesura de un bosque ceremonioso donde los titanes anhelan
pisar tierra para reencontrarse contigo, Titan. Eres huella y camino, el
recuerdo de un paso fugaz pero nutrido de creatividad, un fulgor que levanta fuegos
de artificio en las ilusiones evanescentes de miles de jóvenes que aún no encuentran
el sendero de vida. Nobleza es eso. Luchar
contra todos en un país donde el arte
está condenado a un cuarto oscuro, mientras los almidonados bolsillos de los
dueños de todo dilucidan nuevas formas de ganar más dinero quedándose con la
riqueza de la naturaleza y la cultura que ha sido acumulada en pocas manos. La nobleza
tuya dio lecciones invaluables a hombres y mujeres tocados por la superficie
delicada de sus sueños, atacados por las obligaciones sociales, ignorados por los
señores de la guerra. En este delirio de almas llamado Colombia, destacaste con
tu música como un decorado de verdades incandescentes destinadas a cambiar una
ética empobrecida por la precariedad espiritual y el mal gusto. Tu perfeccionismo se convirtió en una lección
para las nuevas generaciones; tus modales y tu exigencia, rindieron tributo a
las buenas maneras y a la necesidad de hacer las cosas de otro modo, si
queremos un mundo mejor. La nobleza de tu corazón inspiró esas poesías cantadas
que han continuado la insistencia de ingeniosos bates, para que las personas no
olvidaran jamás que el amor y la fraternidad deben anteponerse al intempestivo
desborde de las pasiones y que su desenfreno incontrolado, atrae la muerte como
un pasatiempo injustificado. Titán, tú no te has ido. Renaces cada día con
el oprobio del mundo. Eres nobleza pletórica de nuevas posibilidades donde la
creatividad se dilata eternamente para que nadie olvide su misión en el mundo. Ensalzar
la vida como el tesoro más preciado de todos aquellos que propalan la
imaginación.
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