En tus ojos encomiendo mi espíritu
Esta noche asistiré, como cada noche, al oficio. Siento que hoy es especial
porque he tomado una decisión que involucra
a toda mi familia. Desde que
decidí hacer parte del reino de Dios aquí en la tierra, las cosas han ido bien.
Las depresiones que me asaltaban ya no lo hacen y las personas, como un
contagio bueno, me han hecho sentir que todo vale la pena. Luego, iremos al laboratorio de Iván y
tomaremos los ojos que me ofrecieron el año anterior. Y me tomé tanto en
meditar sobre esa oferta que involucré a mis amigos más cercanos en ella.
Me siento mejor, la carga que pesaba sobre mi alma de vez en cuando
aparece. He lidiado con ella, pero no sé qué pasa. Siento un vacío menudito que
llega y se va y deja una secuela duradera pero ya me siento mejor. Mi esposa
tiene el secreto para hacerme olvidar de eso y nunca me lo ha dicho a pesar de
mi insistencia para que no me deje caer en la ignorancia sobre lo que me pasa.
En fin. Mis ojos nuevos habrán de llegar como un salvavidas.
De eso ya me habían hablado otros. Tú puedes ver el cielo sin haber estado
en él. Las personas no tienen ese mismo manto que todos conocemos por el trato
directo. Las vemos como realmente son, buenas y listas para salvarte si
necesitas ayuda. Sin embargo, hay algo que me hace desconfiar. Lo siento en la
lectura de los cuentos de Borges o en las distopías de Orwell. En las miradas de
la gente encuentro algo anómalo. Nada cuadra. La gente se ríe y me hace sentir
mejor de lo que pude estar el año anterior.
Dicen también que los ojos son aproximaciones a otro mundo. He leído teorías
conspirativas que hablan del nuevo tratamiento. Tus médicos son científicos que
transforman almas en simples cuerpos inertes que no tienen voluntad propia. Mi
hermano menor murió hace apenas dos meses y eso fue lo único que pudo sacarme
de la expectativa de tener una vida mejor. Siempre he querido el cambio, pero nunca
me he decidido. Él decía que los ojos nuevos eran simplemente la mejor manera
de controlar el mundo para que no se saliera de órbita como si de un planeta se
tratara.
A veces vienen a mi mente imágenes de las cuales no tengo memoria, ni antecedentes
posibles por más que intento recordarlos. Me distraen. Mi hermano una vez me
dijo que vigilara mi sombra porque en ella estaba el secreto.
Ayer me di cuenta, pero quiero seguir con el oficio todas las noches y
quiero ponerme los ojos nuevos. Quiero experimentar lo que sintieron los miles
de hombres que han vivido en la tierra. Es monstruoso, lo sé, porque nadie puede
vivir con tantas visiones. Ni la mente más poderosa puede lidiar con semejante
peso. Yo lo supe. Mañana podré apreciar con la vista lo que aquellos vieron con
el corazón. Mi vida será una pequeñita esfera para ver lo que millones de almas
han visto durante toda la historia de nuestra especie.
Podremos recuperar experiencias perdidas aniquiladas con las muertes de los
que alguna vez habitaron la tierra. Por
eso debo consagrarme a Dios como mi propósito único. El legado que me han
dejado solo habrá nacido en mi corazón. Supe, desde mis más tiernos años, que algo
sucedía en mí, diferente, no conocido por los demás hombres y mujeres de este planeta.
Me han dispuesto un ejército de amanuenses para que tomen apuntes y escriban lo
que el enigma del espíritu habrá dejado en cada uno de los muertos de ahora que
fueron vivos ayer y que ahora habrán de contar sus historias.
Pero algo en mi define mi inconformidad. No me siento bien. Lo único que me
da ánimo es mi vínculo más fuerte con Dios. Sé que en algún rinconcito de este
mundo encontraré el secreto de mi devoción. A veces pienso que mis ojos nuevos hallarán
la causa de todo. Sabré inexorablemente las cuitas de mi corazón. Aniquilare el tiempo con la información de la
cultura humana que por temor no podré propalar a las nuevas generaciones. Por miedo
de que alguien experimente lo que yo, terminaré declinando la oferta. No lo
digan. Remotamente existirá un alma superior que tenga el coraje de contrarrestar
el bien con sus actuaciones y exprima el conocimiento y las sensaciones de los hombres
para conocernos mejor como especie. No creo en extraterrestres y no puedo
concebir que el Dios que me habrá tomado en su regazo para concederme tamaño
regalo, pueda explotar lo que sabemos algunos hombres y otros no.
Sé que me han preparado. Sé que sus esperanzas de recuperar el mayor tesoro
del hombre recaen en mí. Tal vez fui distinto. En mi interior combaten el bien
y el mal como dos guerreros que en cada lance agrietan mi conciencia. Luego de obtener mis ojos nuevos, soy consciente de eso, no tendré la
libertad que ahora tengo.
Iré al oficio esta noche. Esa es mi preparación para la pequeña gran
venganza que planeo. De mi escritorio tomaré el arma y destruiré las intenciones
más oscuras que cualquier vida pudiera albergar. Me reuniré con ellos. Dejaré a
los muertos tranquilos. Las más bellas sensaciones idas, habrán de quedarse sepultadas
para siempre. Que Dios me perdone.