lunes, 26 de octubre de 2020

En tus ojos encomiendo mi espíritu


Grazing ball( El grecoview of Toledo), Jeff Koons

 

Esta noche asistiré, como cada noche, al oficio. Siento que hoy es especial porque he tomado una decisión que involucra   a toda mi familia. Desde que decidí hacer parte del reino de Dios aquí en la tierra, las cosas han ido bien. Las depresiones que me asaltaban ya no lo hacen y las personas, como un contagio bueno, me han hecho sentir que todo vale la pena.  Luego, iremos al laboratorio de Iván y tomaremos los ojos que me ofrecieron el año anterior. Y me tomé tanto en meditar sobre esa oferta que involucré a mis amigos más cercanos en ella.

Me siento mejor, la carga que pesaba sobre mi alma de vez en cuando aparece. He lidiado con ella, pero no sé qué pasa. Siento un vacío menudito que llega y se va y deja una secuela duradera pero ya me siento mejor. Mi esposa tiene el secreto para hacerme olvidar de eso y nunca me lo ha dicho a pesar de mi insistencia para que no me deje caer en la ignorancia sobre lo que me pasa. En fin. Mis ojos nuevos habrán de llegar como un salvavidas.

De eso ya me habían hablado otros. Tú puedes ver el cielo sin haber estado en él. Las personas no tienen ese mismo manto que todos conocemos por el trato directo. Las vemos como realmente son, buenas y listas para salvarte si necesitas ayuda. Sin embargo, hay algo que me hace desconfiar. Lo siento en la lectura de los cuentos de Borges o en las distopías de Orwell. En las miradas de la gente encuentro algo anómalo. Nada cuadra. La gente se ríe y me hace sentir mejor de lo que pude estar el año anterior.

Dicen también que los ojos son aproximaciones a otro mundo. He leído teorías conspirativas que hablan del nuevo tratamiento. Tus médicos son científicos que transforman almas en simples cuerpos inertes que no tienen voluntad propia. Mi hermano menor murió hace apenas dos meses y eso fue lo único que pudo sacarme de la expectativa de tener una vida mejor. Siempre he querido el cambio, pero nunca me he decidido. Él decía que los ojos nuevos eran simplemente la mejor manera de controlar el mundo para que no se saliera de órbita como si de un planeta se tratara.  

A veces vienen a mi mente imágenes de las cuales no tengo memoria, ni antecedentes posibles por más que intento recordarlos. Me distraen. Mi hermano una vez me dijo que vigilara mi sombra porque en ella estaba el secreto.

Ayer me di cuenta, pero quiero seguir con el oficio todas las noches y quiero ponerme los ojos nuevos. Quiero experimentar lo que sintieron los miles de hombres que han vivido en la tierra. Es monstruoso, lo sé, porque nadie puede vivir con tantas visiones. Ni la mente más poderosa puede lidiar con semejante peso. Yo lo supe. Mañana podré apreciar con la vista lo que aquellos vieron con el corazón. Mi vida será una pequeñita esfera para ver lo que millones de almas han visto durante toda la historia de nuestra especie.

Podremos recuperar experiencias perdidas aniquiladas con las muertes de los que alguna vez habitaron la tierra.  Por eso debo consagrarme a Dios como mi propósito único. El legado que me han dejado solo habrá nacido en mi corazón. Supe, desde mis más tiernos años, que algo sucedía en mí, diferente, no conocido por los demás hombres y mujeres de este planeta. Me han dispuesto un ejército de amanuenses para que tomen apuntes y escriban lo que el enigma del espíritu habrá dejado en cada uno de los muertos de ahora que fueron vivos ayer y que ahora habrán de contar sus historias.

Pero algo en mi define mi inconformidad. No me siento bien. Lo único que me da ánimo es mi vínculo más fuerte con Dios. Sé que en algún rinconcito de este mundo encontraré el secreto de mi devoción. A veces pienso que mis ojos nuevos hallarán la causa de todo. Sabré inexorablemente las cuitas de mi corazón.  Aniquilare el tiempo con la información de la cultura humana que por temor no podré propalar a las nuevas generaciones. Por miedo de que alguien experimente lo que yo, terminaré declinando la oferta. No lo digan. Remotamente existirá un alma superior que tenga el coraje de contrarrestar el bien con sus actuaciones y exprima el conocimiento y las sensaciones de los hombres para conocernos mejor como especie. No creo en extraterrestres y no puedo concebir que el Dios que me habrá tomado en su regazo para concederme tamaño regalo, pueda explotar lo que sabemos algunos hombres y otros no.

Sé que me han preparado. Sé que sus esperanzas de recuperar el mayor tesoro del hombre recaen en mí. Tal vez fui distinto. En mi interior combaten el bien y el mal como dos guerreros que en cada lance agrietan mi conciencia.  Luego de obtener mis ojos  nuevos, soy consciente de eso, no tendré la libertad que ahora tengo.

Iré al oficio esta noche. Esa es mi preparación para la pequeña gran venganza que planeo. De mi escritorio tomaré el arma y destruiré las intenciones más oscuras que cualquier vida pudiera albergar. Me reuniré con ellos. Dejaré a los muertos tranquilos. Las más bellas sensaciones idas, habrán de quedarse sepultadas para siempre. Que Dios me perdone.

  

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